jueves, 19 de mayo de 2011

20.5

"Aujourd’hui, yo, juguete de pupilas giratorias, he conseguido el permiso psyquista para disfrutar de un paseo en compañía de Herr Doctor Sieg, de nuestra enfermera Joan La Terrible, y de varios “pacientes”, en el bor (bosque de pinos) vecino. En éste he visto, querido Van, exactamente las mismas ardillas con aspecto de mofeta que tu abuela Azuloscuro importó en el parque de Ardis, por el que algún día, sin duda, te pasearás. Las agujas de un reloj de pared, aun cuando no funcionen bien, deben saber, y hacer saber al más tonto de los relojitos de pulsera, dónde se encuentran. De no ser así ya no es reloj, ya no hay cuadrante; no hay más que una cara en blanco con unos falsos bigotes. Igualmente, tchelovek (el ser humano) debe saber dónde está y hacérselo saber a los demás; y, de no ser así, no es ni siquiera un klok (pedazo) de tchelobek; no es ya un él, ni un ella, no es sino “una pizca de nada”, como decía tu pobre ama Ruby, mi pequeño Van, cuando hablaba de su seno derecho estéril. Yo, pobre Princesse lointaine, très lointaine ya, no sé dónde estoy: así pues es necesario que desaparezca. Así pues, adieu, querido, hijo mío querido, y adiós, pobre Demon. No conozco ni la fecha ni la estación, pero es un día razonablemente bello, y sin duda, en sazón, con una gran cantidad de gentiles hormiguitas que hacen cola para probar mis lindas píldoras."
[Ada o el ardor - V. Nabokov]