"No había movimiento. Tan sólo planos fijos. Pequeños interiores japoneses. Conversaciones familiares que dicen mucho más de lo que cuentan. Elipsis, diagonales, la asimetría entre los padres y los hijos y los nietos. Ventanas, cables, postes, chimeneas.
Tras una hora de película, ocurre lo imposible: el travelling más emotivo de la historia te golpea, igual que una pedrada. Una pared interminable da paso a los ancianos, sentados en la hierba. Aguardan, en la calle, a que la nuera vuelva del trabajo. Pretenden no dormir a la intemperie. Ese modesto recorrido de la cámara no es otra cosa que una lágrima de Ozu."
[Análisis en Filmaffinity de Cuentos de Tokio, de Ozu]