martes, 6 de diciembre de 2011

6.12

Cuando llegábamos a mi parada, he pensado: Si baja aquí, Dios existe. Se levantaba y yo tenía el impulso certero de decirle algo al bajar, algo tremendamente importante. Ni siquiera sabía qué. Quería saber cómo había llegado a eso. Qué pensaba, cómo vivía. Estaba convencido de que no eran coincidencias y ya está. Me da igual que al contarle esta historia a otra persona, pudiera decirme que estoy loco, me da igual. Estaba convencido de que en ella habría una clave, que el universo me hacía esto por algo. Que ella entendería lo que le dijese. Entonces al bajar, ha pasado por mi izquierda, entre el gentío, que tampoco era mucho, he despistado la vista un segundo y...puf. No la he vuelto a ver. Cosa prácticamente imposible. Se sale por unas escaleras mecánicas, y mientras yo subía, no estaba ni arriba ni abajo. No estaba. No. Estaba.

Léelo varias veces hasta que entiendas lo importante que ha sido para mí.
Ante todo esto, es obvia la pregunta que debe uno hacerse.
¿Debo salir hoy, al pasillo, a las 4 de la noche?

[Fine]

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