martes, 17 de enero de 2012

17.1

"Pero ahora me chocaba un poco esa actitud de Swann ante las cosas. Parecía como si no se atreviera a tener opinión, y que no estaba tranquilo más que cuando podía dar detalles precisos con toda minuciosidad. Pero entonces es que no se daba cuenta de que era profesar una opinión el postular que la exactitud de los detalles era cosa de importancia. Me acordé de aquella cena tan triste para mí; porque mamá no iba a subir a mi alcoba, cuando dijo que los bailes de la princesa de León carecían de toda importancia. Y, sin embargo, en ese género de diversiones empleaba él su vida. Y todo aquello me parecía contradictorio. ¿Para qué vida reservaba, pues, el decir, por fin, seriamente lo que opinaba de las cosas, el formular juicios que no necesitaban comillas, y el no entregarse con puntillosa cortesía a placeres que consideraba al mismo tiempo como ridículos?"

[En busca del tiempo perdido - Marcel Proust]

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