domingo, 19 de febrero de 2012

19.2

"Y no es que fuera nada cobarde y tímido, sino todo lo contrario; sólo que de algún tiempo a esta parte se hallaba en un estado de excitación y enervamiento parecido a la hipocondría. Hasta tal punto estaba arrinconado en su cuarto y apartado de todo el mundo, que temía encontrarse con alguien, no sólo con la patrona. Le agobiaba la pobreza; pero hasta su apurada situación había dejado de atormentarle hacía algún tiempo. Había abandonado por completo sus quehaceres cotidianos y no quería atenderlos. En realidad no le temía a la patrona, por mucho que pudiese maquinar contra él. Pero detenerse en la escalera, escuchar todos los dislates de esa mujer, ofensivamente absurda, que a él no le interesaban en modo alguno; todas aquellas sandeces referentes al pago, y aquellas amenazas y lamentaciones y, además de todo eso, tener que parlamentar, disculparse, mentir: no, era preferible arrojarse como un gato por la escalera y lanzarse al arroyo para no ver a nadie."

[Crimen y castigo - F.Dostoievski]

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