"La obra termina de manera contundente con una fuga a tres voces de
carácter casi apocalíptico. No podía ser de otra manera. ¿Alguien se
imagina esta obra terminando con un amable rondó? Pero antes de
la fuga, durante algo más de dos minutos, se extiende una de las páginas
más enigmáticas y alucinantes de la literatura pianística de Beethoven.
Una especie de punto de partida hacia algo desconocido. Incluso podemos
imaginarnos a Beethoven al piano, tanteando, buscando en la oscuridad
la salida a la encrucijada, improvisando posibles formas de terminar la
obra. De pronto, tras un irresistible crescendo de acordes,
aparece el tema de la fuga como una revelación, en lo que será un
increíble ejercicio contrapuntístico donde tienen cabida las más audaces
armonías. Como decía Beethoven, «componer fugas es lo más sencillo que
hay, pero la imaginación también reclama sus derechos». El tema
principal de la fuga está encabezado por un trino, elemento que aquí
hace el papel casi de tema dentro del tema. Las ideas musicales
vuelan vertiginosas en pasajes que exigen del intérprete mucho más de lo
que estaban acostumbrados en tiempos de Beethoven. Voces que se
solapan, violentos trinos que surgen como de la nada en cualquier
registro del teclado, cánones retrógrados que hacen que parezca que
vemos la partitura en un espejo."
[Artículo en Wikipedia sobre la Sonata nº29 de Beethoven]
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