"En el ejemplo que en 1898 elegí para
someterlo al análisis, el nombre que inútilmente me había esforzado en
recordar era el del artista que en la catedral de Orvieto pintó los
grandiosos frescos de `Las cuatro últimas cosas'. En vez del nombre que
buscaba -Signorelli- acudieron a mi memoria los de otros dos pintores
-Botticelli y Boltraffio-, que rechacé en seguida como erróneos. Cuando
el verdadero nombre me fue comunicado por un testigo de mi olvido, lo
reconocí en el acto y sin vacilación alguna. La investigación de por qué
influencias y qué caminos asociativos se había desplazado en tal forma
la reproducción -desde Signorelli hasta Botticelli y Boltraffio- me dio
los resultados siguientes: [...]
b) El olvido del nombre queda aclarado al
pensar en el tema de nuestra conversación, que precedió inmediatamente a
aquel otro en que el fenómeno se produjo, y se explica como una
perturbación del nuevo tema por el anterior. Poco antes de preguntar a
mi compañero de viaje si había estado en Orvieto, habíamos hablado de
las costumbres de los turcos residentes en Bosnia y en la Herzegovina.
Yo conté haber oído a uno de mis colegas, que ejercía la Medicina en
aquellos lugares y tenía muchos clientes turcos, que éstos suelen
mostrarse llenos de confianza en el médico y de resignación ante el
destino. Cuando se les anuncia que la muerte de uno de sus deudos es
inevitable y que todo auxilio es inútil, contestan:«¡Señor (Herr), qué
le vamos a hacer! ¡Sabemos que si hubiera sido posible salvarle, le
hubierais salvado!» En estas frases se hallan contenidos los siguientes
nombres: Bosnia, Herzegovina y Señor (Herr), que pueden incluirse en una
serie de asociaciones entre Signorelli, Botticelli y Boltraffio. [...]
Así, pues, creemos obrar con prudencia
exponiendo el estado de cosas en la siguiente forma: Junto a los
sencillos olvidos de nombres propios aparecen otros motivados por
represión. "
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